Avalokiteshvara hizo el voto de nunca descansar hasta haber liberado a todos los seres sensibles del saṃsara. A pesar de su agotador esfuerzo, quedaban muchos seres desgraciados por salvar. Después de luchar para comprender las necesidades de todos, su cabeza se dividió en once partes.
El buda Amitabha, al observar su apremio, le dio once cabezas para oír los lamentos de los sufrientes. Al oír esos clamores y comprenderlos, Avalokiteshvara intentó alcanzar a todos aquellos que necesitaban ayuda, pero encontró que sus brazos se destrozaban. Una vez más, Amitābha vino en su ayuda y lo dotó con mil brazos para que pudiera ayudar a las multitudes sufrientes.
Estos mil brazos pueden ser entendidos como la virtud de la compasión infinita por los seres sintientes, la capacidad infinita de enseñar el camino del dharma para la liberación del sufrimiento a través de la compasión.
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